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jueves, 20 de octubre de 2011

¿HURÍES EN EL PARAÍSO?

                 “Sólo existen dos lugares adecuados para la mujer:
                                                                     la casa y la tumba”.

                                                     (Del refranero árabe). 
                         
           Temblando como una hoja azotada por el viento, pálida y fría como si la sangre se hubiese parado en su recorrido por un cuerpo que parecía recordar, pese al tiempo transcurrido, los golpes que amorataron su piel, el dolor producido en tantas ocasiones y durante tanto tiempo….Así la vimos de repente, reviviendo una angustia que no podía controlar,  ante el hecho de verle bajar por la escalera que conducía a la sala de vistas.
  
            Las abogadas,  que habían viajado el día antes hacia el lugar del juicio, me dijeron cuando llegué, impresionadas por las conversaciones mantenidas en las últimas horas con  S., y a pesar de que conocemos los hechos desde hace años,  que ella no solo fue maltratada, sino torturada en el sentido literal  de la palabra.
     Y recordé que torturar se define como  causar a una persona sufrimiento físico o moral muy intensos  y también como atormentar con angustia psicológicas. 

             Con 14 años, su familia  decide casarla con un comerciante establecido a medias entre Marruecos y Barcelona,  de buena posición, con dinero… Dicho así, desde nuestro punto de vista, parece una aberración.
Y lo es, no cabe duda. Pero si somos capaces de mirar sin prejuicios,  veremos que estas situaciones existen, son reales, porque vienen dadas en contextos donde los que no tienen nada, para sobrevivir, tienen que buscar recursos  que les ayuden y que los de arriba estimulan para su propio aprovechamiento.

         No lo queremos ver, pero las bolsas de la miseria ocultas dentro de las estructuras de las ciudades modernas siguen generando esta especie de semi-esclavitud que propicia que un hombre de cierta edad adquiera una esposa,  niña aún, de la que se va a sentir dueño.

        A S. la llevaron a vivir a Barcelona,  luego a  Granollers, donde permaneció aislada, tapada, sola, y donde fue humillada, forzada y apaleada durante demasiado tiempo.

          No podía recurrir a nadie. No tenía amigas, no sabia hablar catalán ni castellano, no conocía los recursos existentes para maltratadas, no sabia que tenía derechos…

       Sí tuvo una hija, preciosa, a quien cuidaba con esmero mientras recibía tristes premios por su maternidad. Su segundo bebé no llegó a nacer, lo perdió al ser arrojada por una escalera por su colérico esposo.

             Atendida en diversos hospitales en tantas ocasiones, NADIE  se planteó ofrecerle ayuda…
     
            Al fin estuvo a punto de ser arrojada por una ventana y se agarró como pudo al brazo del marido. Esos arañazos a ella si le costaron una detención. Quizás asustado porque le vieron, decidió denunciar para evitarse problemas.  Tres díias  detenida por los mossos y en el Juzgado, lejos de su bebé, de quien se acordaba llorando todas las lágrimas que se puedan imaginar. Una trabajadora social,  por fin, se hizo cargo en parte de la situación.

           A partir de este momento, sacó fuerzas de su flaqueza y decidió escapar. Volvió a Marruecos, a refugiarse en el seno familiar, a pedir ayuda….No la comprendieron. Ella estaba casada, se debía a su  hombre.

         Han pasado algunos años. Ella ha rehecho su vida junto a otro compañero y su hija, vinieron a Madrid, aparecieron en busca de apoyo en nuestro grupo, y con dificultades, van reconstruyendo su vida, se sienten queridos por un montón de personas que están ahí, junto a ellos, y que intentan comprender cómo una niña puede sufrir tales desmanes.

            Y de  nuevo la pesadilla. Su ex  le pone denuncias en Marruecos, hay que ir al juicio.  Corrupción a escala mayor entre los abogados, pero aún así,  se consigue ganar. Él recurre…  y otra vez el mismo problema.

          También ahora, aquella denuncia puesta en Granollers al final de la convivencia, pasa su factura, y es citada a juicio el 4 de octubre actual…

        Las lágrimas de nuevo aparecen. El fiscal pide cárcel ¿¿¿¿???? Para ella, no para él, a quien, de oficio , deberían haber sentado en el banquillo. Pero nuestras abogadas, luchadoras incansables contra todo tipo de injusticias, conocedoras de todos los recursos, deciden que tenemos que ir  y recopilan los datos de hospitales, informes y datos y me piden que vaya como técnico para ratificar un informe.
           
         Como os contaba al principio, el momento tenso de encontrarle fue duro y desolador.  La fortuna estuvo de nuestro lado esta vez,  el fiscal quiso colaborar y el juez decidió que se archivaba el asunto, lo consideró prescrito. Incluso la felicitó por hablar “la lengua del imperio”.

        Caminamos por lugares conocidos para ella: su calle, su casa, la oficina de servios sociales, alguna tienda donde aún la recordaban…

           Algunos detalles se plantaron delante de nosotras y un tema nos sorprendió. Nos hizo percatarnos del mundo clandestino en el que han de vivir las mujeres en ocasiones, y que esta clandestinidad en que se mueven es la única forma de sentirse unida a alguien, de recibir apoyo, quizás un  poco de consuelo…

            Hicimos gran parte del viaje de vuelta cogidas de la mano. También de la de Carmen, porque le da mucha seguridad saber que en España tiene otra familia más, numerosa y diversa,  que le apoya y desea que sea feliz.

           Y como  nos dijo P., la abogada, en un mensaje enviado por la noche, al regreso a Madrid:  “Después de 1.401 kms., algunas risas y muchas lágrimas…Todo ha salido bién. Enhorabuena a todas.”

             Pero la pesadilla aún no ha acabado. Queda el recurso en Marruecos, la tutela de la hija que reclama un padre que ni la conoce, que la dejaría con su familia en su país, y quizá la reclama para casarla también con 14 años haciendo un buen negocio. Sin duda, acompañaremos a S. en este nuevo peregrinaje por su libertad.
  
             La situación jurídica de las mujeres marroquíes está reflejada en el estatuto de familia, la Mudawana, Se redactó entre 1957 y 1958, inspirándose en los valores del Islam  y de la tradición,  y les obligaba a obedecer siempre al marido, en prejuicio de sus derechos.

       En 1992, un grupo de mujeres lanzan un manifiesto exigiendo la igualdad entre hombres y mujeres, con justicia en todas sus relaciones.  Fue cuando Hassan II  realizó alguna reforma que no fueron más allá de un simple maquillado de la situación. Después de años de reivindicaciones, manifestaciones y trabajo duro, en 2003, Mohamed VI anunció la modificación de la Mudawana. Y en 2004 entra en vigor un nuevo código de familia, donde se coloca la responsabilidad familiar conjunta, desaparece la noción de autoridad del marido y de la sumisión de la esposa, y se dice que las muchachas no pueden ser obligadas a contraer matrimonio  contra su voluntad.

       Pero las tradiciones son difíciles de cambiar. Para que esto tomara cuerpo, habría que potenciar las capacidades económicas y sociales de las mujeres, y reforzar la lucha contra la violencia machista que, como en todos los lugares, se sigue produciendo. En España, en lo que va de año, el goteo de mujeres muertas a manos de quien dice quererlas, se eleva a un número superior al normal en actos terroristas.

          A pesar de que con la reforma se ha fijado la edad del matrimonio en los 17 años, la realidad es que perviven las bodas a partir de los 14, ya que la tradición se aúna con la falta de medios económicos. Los jueces contemplan las excepciones…. ¡Como no!

          Las mujeres que tanto tiempo han sido ninguneadas, sometidas,  son como sombras sin vida propia. Todos saben que hasta el hermano más pequeño, solo por el hecho de ser hombre, puede imponerse sobre la hermana, aunque ésta sea mayor.

          Datos  actuales, de Abril de 2011,  obtenidos de Pilar Maurell, dicen  que el 63 %  de las marroquíes han sufrido violencia de género.

         Pero el velo, no el de tela, no el que cubre la  cabeza,  sino el del peso de la tradición, caerá por sí mismo. Aunque son acosadas cuando se rebelan,  muchas siguen  luchando por su emancipación y la de sus hijas.

        La primavera árabe ha contado, sin duda, con la participación de muchas mujeres, se han manifestado junto a los hombres, reivindican su presencia…  El movimiento 20-F ha estado protagonizado por muchas de ellas, al igual que en Egipto, su presencia era evidente en la Plaza Tahrir.

              La lucha contra el analfabetismo y la falta de escolarización,  son además, reivindicaciones parejas a los otros derechos, porque la cultura  debe dejar de ser propiedad masculina.

             El dicho de que solo existen dos lugares adecuados para la mujer: la casa y la tumba, es posible que deje de ser citado.
       
            Asma Lamrabet  asegura que estos matrimonios no tienen origen en el Islam, que El Corán  dice que tanto el hombre como la mujer deben ser libres para elegir a su pareja.

           Nosotros lo vemos desde un punto de vista claro, clarísimo. Pero porque no somos conscientes de lo que significa la presión familiar en un entorno así, donde se ve a la hija como alguien que no ha nacido nada más que para casarse, y que además, va a mantener a los hermanos que no tienen trabajo, a la familia en general.

          Niñas compradas, vendidas, alquiladas, secuestradas, violadas, esclavizadas, a las que se les escamotea la educación, las mejores experiencias de la juventud, la inocencia, la vulnerabilidad, y el derecho a ser felices.

         Recuerdo de nuevo al ex de nuestra niña. Practicante de su religión, seguramente cumple los pilares del Islam de cara a la galería. Pero dice El Corán que a los que creen y practican el bien, se les hará entrar en el Paraíso, donde corren ríos de leche y miel,  donde habrá huríes de grandes ojos, semejantes a perlas,  como retribución  a sus obras. (28).
  
        Y sí es así, nos consta que  el primer  marido de nuestra amiga, pese a la inmensa misericordia de Ala, el Clemente,  no disfrutará de tales dones.


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